La Navidad es un momento para compartir en familia, disfrutar de una noche de verano, bajo las estrellas – esperemos- y con temperaturas agradables. Compartir un brindis, resumir el año y agradecer por todo lo bueno que sucedió. Pero también es tiempo de regalos.
Papá Noel llegará a medianoche, regordete, de nariz roja y súper abrigado y dejará todo tipo de obsequios. La lista de los niños ya está lista hace tiempo y la cantidad de pedidos de este año, seguro sobrepasa la del año anterior.
Para todos aquellos que –como yo– todavía no terminaron de decidir qué regalarle al sobrino, al nieto, al hijo, les dejo unas recomendaciones de expertos en psicología infantil que recuerdan que los niños no precisan tener todo lo que piden, que la frustración es buena, que el esfuerzo por obtener ese algo preciado es gratificante y que fomenta su desarrollo.
Apegarse a “La Regla de las cuatro R”, hará de la elección de los obsequios algo más sencillo para el adulto, pero también más justo para el niño.
La primera regla implica pensar en un regalo que sirva para llevar. ¿Qué quiere decir esto? Es bastante sencillo en realidad. Debemos pensar en ropa, accesorios, zapatos, u otros accesorios que sean para llevar. Al estar en pleno verano, esta elección siempre es bastante simple: un short de baño, un gorro para la playa, una remera UV u ojotas para ir a la playa. Busco que sea práctico y útil, y duradero.
El segundo ítem en la lista está vinculado a la lectura. Un buen libro para el verano, es imprescindible. El hábito y amor por la lectura es algo que se desarrolla a cualquier momento. Cuando mi hijo era bebito, el libro era más amasable, tenía dibujos y estimulaba su percepción visual en cuanto a colores, animales, formas. Hoy los libros se han transformaron en parte de un ritual. Al entregarle un libro, también estoy dándole un momento para nosotros, un título nuevo para nuestras lecturas a la hora de la siesta o antes de dormir en la noche. Es un regalo para los dos.
El tercer ítem es algo que realmente quieran. Un ítem de la lista que le escribieron con tanto esmero a Papá Noel, que han detallado. Puede ser esa muñeca que vieron en la vidriera de la tienda, el set de herramientas, el auto, la bicicleta. El fetiche de mi hijo hoy es un camión de bomberos. “Grande mamá, que sea grande y que tire agua”, me dice. Es difícil, sí. Pero es el único ítem en su lista. No pidió absolutamente nada más. Así que acá está mamá intentando conseguir el mejor camión de bomberos que pueda pagar. Y que tire agua.
Por último, un objeto que realmente necesite. Un elemento para alguna actividad curricular o extracurricular, por ejemplo: Juega al fútbol y tiene los botines en mal estado, hay que cambiarlos, por lo cual se le puede regalar un par en navidad. Quiere estudiar guitarra o batería, precisa cuerdas o palos nuevos… puede ser una mochila. El objetivo es que sea necesario para el niño, útil para su desarrollo y desempeño. Por ejemplo, a mi hijo (3) recibirá el libro de Elmer el elefante de colores, o un dominó de números que fomentará el aprendizaje de colores y números.
Y les agrego un bonus track o última regla: que el regalo sea perdurable. Intento es pensar en los materiales que regalo: ¿Cuánto tiempo va a durar? ¿Lo saca de la bolsa y se rompe a la hora? ¿Podrá utilizar todo un año o más? ¿Qué daño hace al medioambiente? (si es descartable luego de una hora, seguramente el daño sea alto) ¿Qué costo pago por el uso que le dará mi hijo?