Se desarrollará este viernes 27 de diciembre a las 15.30 horas en el Centro Nodal, ubicado en Colón 245. Estará a cargo de la facilitadora Josefina Gómez. Las inscripciones pueden confirmarse al teléfono 3777 574875. “Fluir desde el pensamiento, desde la emoción y desde el Cuerpo. Hacerlo como el aire, como el agua y como el fuego”, es la propuesta.
El Vinyasa Flow es una práctica que tiene sus raíces en el Ashtanga Vinyasa y el Hatha Yoga. Nació en la India y Occidente lo adoptó porque se trata de un yoga dinámico que trabaja todos los músculos del cuerpo en secuencias divertidas y muchas veces muy exigentes, que se mueven al ritmo de la respiración. Para quienes hacen yoga desde hace tiempo, es una gran alternativa. Sintetiza lo práctico con lo físico y lo mentalmente estimulante para llegar un lugar de armonía perfecto.
Las series son generalmente cambiantes y las clases se vuelven un desafío distinto cada vez. Es una práctica en la que se puede ser creativo y de este modo, las clases se hacen más completas. Para ser súper precisos, Flow es un sistema fluido donde se practican asanas (posturas) al ritmo de la respiración (pranayama). Viny significa a través de esa postura. Flow es la constante que se crea entre las posturas de manera intensa y precisa.
Aunque solo se modifican las posturas, no la forma de llevarla a cabo. Comienza con saludos al sol que ayudan al cuerpo a entrar en calor y a activar los músculos. Luego siguen los asanas que se mantienen solo por una inhalación o exhalación. Es decir, cuando llevamos aire a los pulmones, hacemos una postura y pasamos a otra al exhalar. Por eso se habla de fluir. Porque a lo largo de una hora, uno va fluyendo de una postura a otra, sosteniendo solo las que nos indican y por la cantidad de respiraciones que nos dicen.
El cuerpo duele, se estira, transpira y elimina toxinas, cede ante la respiración y va logrando mayor profundidad con el correr del tiempo. La respiración no solo marca el ritmo, también nos ayuda a mantenernos centrados y muchas veces se usa para soltar el dolor en ciertas posiciones muy comprometidas. Después de las posturas de pie, le sigue otra serie en la que estamos sentados o acostados que se siente como una transición. Aquí se elonga más aún y el ritmo baja lentamente hasta llegar a la bendita savasana que es la última postura, con la que se va a hacer la relajación. Esta es una parte muy importante y placentera de la clase, que dura veinte minutos y a veces un poco más. Acostados boca arriba se va soltando el cuerpo lentamente y guiados, entramos en estado de meditación.
Al finalizar la clase, uno siente un nivel de relajación difícil de alcanzar con otras actividades. La energía renovada y ese estado de felicidad sin explicación son otras de las sensaciones que te acompañan por una o dos horas, generalmente.