A 27 días de las elecciones, crece la ola de apoyo a un candidato que rompió el molde del peronismo local
En una ciudad acostumbrada a la repetición de apellidos, estilos y discursos, la figura de Lisandro Paleari irrumpió como un rayo que partió en dos el panorama político de Goya. En pocas semanas pasó de ser un nombre conocido en círculos militantes a convertirse en el protagonista excluyente de una campaña que lo muestra en ascenso, desafiando estructuras, movilizando emociones y captando el voto silencioso de miles de goyanos cansados del “más de lo mismo”.
Lo que comenzó como una candidatura que parecía destinada a sumar con discreción dentro de un armado plural, hoy se transformó en el núcleo de un fenómeno electoral que desvela a sus rivales y entusiasma a sus seguidores. Las encuestas internas de distintos espacios coinciden: Paleari lidera la intención de voto para la intendencia y consolida una imagen positiva que no para de crecer, sobre todo entre los vecinos de 30 a 60 años, las mujeres trabajadoras, los jóvenes que no se sienten representados por la vieja política, y sectores del justicialismo histórico que ven en él una síntesis posible entre gestión, valores y renovación.
DEL BAJO PERFIL A LA CENTRALIDAD POLÍTICA
No es influencer ni figura mediática. No responde a lógicas de escándalo ni grita consignas vacías. Su estilo es austero, directo, firme pero sin estridencias. “Gobernar es priorizar”, repite en sus recorridas, mientras muestra con números en mano lo que podría hacerse si el municipio dejara de gastar en lo superfluo y empezara a invertir en lo urgente: agua, cloacas, energía, empleo.
Paleari creció desde abajo. Hijo de un periodista y una policía, supo combinar experiencia en áreas sensibles del Estado con una vida de barrio que lo mantuvo siempre cerca de la realidad concreta. Su paso por la ANSES, por la Dirección de Juventud y por Economía Social le dieron una gimnasia administrativa que hoy contrasta con la improvisación de otros candidatos. Pero lo que más impacta no es su currículum, sino su capacidad para transmitir confianza, cercanía y compromiso sin caer en los lugares comunes de campaña.
UNA CAMPAÑA QUE NO DEPENDE DE LOS AFICHES
Mientras otros candidatos reparten panfletos y fotos retocadas, el equipo de Paleari apostó por un mensaje simple y una presencia territorial intensa. Caminatas barriales, encuentros sin protocolo, videos caseros con vecinos reales. Nada de marketing hueco. Todo respira autenticidad. En un contexto de crisis de representación, esa decisión estratégica se convirtió en una fortaleza. Cada posteo, cada entrevista radial, cada volante tiene una consigna: «Decidir no por enojo, sino por convicción».
Su fórmula de campaña —con María Eugenia Giagischia como candidata a viceintendenta— refuerza el perfil ciudadano del proyecto. Ella aporta una voz firme desde lo social, lo comunitario y lo barrial. Él, desde la planificación, la gestión y la contención. Juntos representan una alianza generacional que no nació de pactos de cúpula, sino de una construcción real con el territorio y con la gente.
LA OPOSICIÓN, ENTRE LA NEGACIÓN Y LA PREOCUPACIÓN
El fenómeno Paleari incomoda. Lo subestimaron. Algunos referentes de Encuentro por Corrientes (sobre todo ex peronistas) todavía no logran descifrar cómo un dirigente sin aparato ni padrinazgos pudo instalarse con tanta fuerza. Intentaron ignorarlo, minimizarlo, pero los números empezaron a hablar. Los mismos sectores que dudaban hoy miran con preocupación cómo crece su imagen incluso en zonas históricamente adversas al peronismo.
El temor de la oposición no es solo electoral. Paleari no solo compite por votos: interpela el modo de hacer política, cuestiona el gasto innecesario, propone otra forma de gobernar y desafía las lógicas clientelares con las que se ha sostenido el oficialismo municipal.
¿QUÉ VIENE DESPUÉS?
Quedan menos de cuatro semanas para la elección. El desafío de Paleari será sostener este envión sin caer en provocaciones ni en triunfalismos. Su equipo lo sabe y actúa en consecuencia. Apuestan a reforzar la presencia territorial, a profundizar el mensaje de propuestas concretas y a mantener el vínculo directo con el vecino, sin intermediarios.
Si la tendencia se confirma, Goya podría estar frente al nacimiento de un nuevo liderazgo local. Uno que no se construye con slogans vacíos, sino con convicción, escucha, presencia y gestión. Paleari no es solo un candidato. Es un síntoma de época. Una respuesta a una demanda acumulada. Un emergente que dice, sin decirlo, que otra política es posible.
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