Una multitud de jóvenes demostró que la devoción puede más que los elementos climáticos durante la 46ª Peregrinación Juvenil del NEA hacia la Basílica de Itatí. A pesar de la intensa lluvia que acompañó gran parte del trayecto, miles de fieles completaron el camino unidos por su fe en la Virgen Morena.
La procesión se transformó en un mar colorido de paraguas y capas plásticas, donde los peregrinos avanzaban entonando cánticos y oraciones. Monseñor Adolfo Canecín, obispo de la diócesis de Goya y uno de los pioneros de esta peregrinación desde 1979, acompañó personalmente a los jóvenes y reflexionó: "Quizás el Señor quiere que lavemos también el corazón. La humanidad necesita un baño de misericordia para caminar en conversión y fraternidad".
Lejos de ser un obstáculo, los peregrinos asumieron la lluvia como un signo de purificación y bendición. "Es agua que nos refresca, que nos limpia y que también es vida. ¡Es bendición!", expresó el arzobispo de Corrientes, sumándose al espíritu de alegría que predominó a pesar de las condiciones climáticas.
La diversidad de la convocatoria fue notable, con familias enteras, jóvenes portando cruces, estampas y carteles con intenciones particulares. Monseñor Canecín envió un mensaje especial a quienes no pudieron asistir: "Hay mil modos de peregrinar. Dios valora el deseo. Los llevamos a todos en el corazón y en las manos de María".