Por la Prof. Selva Vera | El 29 de abril es el Día Internacional de la Danza conmemorando el nacimiento de Jean Georges Noverre (1727–1810), quien fue el más grade coreógrafo de su época y considerado creador del ballet moderno. Ahora, ¿cómo transitamos esto de “Danzar” en época de pandemia?
Porque si nos ponemos en el lugar de bailarines, sabemos con certeza que danzar es manifestarse en favor de la vida, la vitalidad, la expresividad, la esperanza. Aquellos profes que nos hemos preparado durante toda nuestra existencia para formar bailarines y profesores podemos darle una continuidad al desarrollo de las clases utilizando todo tipo de recursos tecnológicos con los que nos vamos familiarizando mientras desarrollamos las actividades, contando además con el acompañamiento incondicional de las familias que han transformado comedores y galerías en verdaderos salones de clases. Porque sólo los profes sabemos que danzar es mucho más que interpretar coreografías en diferentes eventos o lucir un vestuario destacado.
La danza es esfuerzo, trabajo, estudio, horas de ensayo invertidas en favor de un futuro venturoso, de una presentación brillante o un aplauso cálido que nos envuelve ocasionalmente al finalizar una gala o un examen.
Por otro lado, esta moneda tiene también otra cara, la de los trabajadores de la danza. Este tiempo de incertidumbre puede ser devastador para quienes elegimos este arte como profesión. Con suspensión de clases presenciales, funciones y presentaciones, el planteo es ¿cómo hacemos para sostener las condiciones económicas de nuestras escuelas y compañías? ¿Cómo resolvemos esta vulnerabilidad en la que nos encontramos profesores y bailarines (y muchos trabajadores de otros rubros relacionados: asistentes, iluminadores, dueños de salas, sonidistas, vestuaristas y más)? Porque algunos estamos registrados y con todas las habilitaciones correspondientes en orden, y aun así sufrimos esta instancia, pero hay otros que trabajan en la total informalidad.
Es entonces cuando respiramos profundo y tratamos de valorar todo aquello que nos sostiene y podemos agradecer: al Ministerio de Salud de la Nación que prefirió cuidarnos a todos aunque en algunos casos se nos vaya el proyecto de vida en ello, a los padres de nuestros alumnos que pudieron comprender que sólo quienes trabajamos de manera responsable y progresiva podemos continuar con las clases virtuales mientras palpitamos el reencuentro, a nuestras familias que acompañan y colaboran para que las propuestas lleguen a cada alumno, a los dueños de nuestros locales institucionales que se muestran flexibles y comprensivos en este duro momento y fundamentalmente a nuestros bailarines y alumnos, que desde casa cumplen con cada tarea, producen incansablemente y con creatividad infinita, aceptando este desafío mientras dure la pandemia. Para ellos y para cada colega que no baja los brazos: ¡Feliz Día Mundial de la Danza!