Por Maximiliano Dacuy en Página 12 | A más de un año y medio de la asunción del presidente Javier Milei, y en vísperas de la recta final de las elecciones de término medio, nos asalta una pregunta: ¿cómo impacta el ajuste en los sectores medios y populares? La efectividad de la narrativa de la casta oculta la dependencia con los acreedores externos para mantener la ficción de estabilidad cambiaria. Presentamos aquí algunas reflexiones sobre el entramado ideológico del desguace.
La narrativa política consiste en “la forma en que la narración puede moldear los hechos y afectar la comprensión de la realidad”. Ahora bien, no puede moldear los hechos la narrativa del There Is No Alternative neoliberal sin alterar, a su vez, la percepción de los hechos mismos, construyendo una “verdad sentida”, esperada, convencionalmente aceptada, en ello reside su certeza, su eficacia de posverdad.
Lo que “el argentino de bien” halla en sus narices es que a medida que se lleva adelante el ajuste, el desguace del Estado, la tendencia inflacionaria está a la baja. Eso es lo que nota, “lo que ve”.
La deuda caliente de veinte mil millones de dólares, que se suma a la de la anterior gestión del ministro Caputo, no aparece como una variante a tener en cuenta; después de todo, ¿quién no se endeuda para salir del paso?, ¿y qué es la deuda sino la estrategia que cualquier ciudadano de a pie tiene para llegar a fin de mes?, se trata de un esfuerzo, de un sacrificio –en el correlato de la narrativa, en el efecto esperado–, en pos de restablecer los valores de la patria y la tan esperada estabilidad cambiaria.
A ver, razonemos, todos nos endeudamos, y el Estado se administra como una casa, no está tan mal, ¿por qué no habríamos de endeudarnos? Lo cierto es que el modelo, tal como en la década del menemato, se sostiene con deuda.
¿La cuestión es cómo disputar el relato, la narrativa?, ¿cómo convencer de que la tendencia a la baja inflacionaria no está relacionada con el desguace del Estado sino el endeudamiento externo con el FMI, sobre todo, tratándose de Argentina, que ostenta el nada desdeñable título de deudor número uno del organismo a nivel mundial?
La deuda sostiene la paridad cambiaria, bien, partimos de esa hipótesis, pero la efectividad del relato, de la narrativa operante, va de suyo que si se instala como narrativa hegemónica, descansa en la separación de los elementos por fuera del foco del relato. Como veremos, separa, distingue unos elementos, le asigna funciones, y pone en relevancia otros, todos vinculados, articulados en hechos ideologizados, mistificados pero que son conocidos, en una lógica de las ideas, tal es el concepto de ideología de Hannah Arendt.
El elemento que funciona como chivo expiatorio del fenómeno inflacionario es el Estado mismo en su rol interventor, operando su desguace este se llevaría consigo el factor inflacionario.
Lo cierto es que la inflación sigue operando, pues su determinante no reside en lo que ya no controla el Estado, sino en la siempre frágil incertidumbre respecto de la paridad cambiaria atada a la escasez de divisas: ¡el gobierno más libre mercado de la historia no logra que lluevan inversiones!, este corolario queda por fuera, que quede por fuera del relato significa lisa y llanamente esto: “no tiene nada que ver”, en el plano discursivo; no es un hecho a tener en cuenta, no es síntoma, no es problema, en el plano fáctico.
Otro elemento del relato: la necesidad de avanzar con la reforma laboral. Por experiencia histórica ninguna reforma de este tipo generó más trabajo, ¿qué muestra y esconde este tipo de elemento en el relato? Con el peso sobrevalorado las empresas se reconvierten de exportadoras y proveedoras del mercado interno, a través de la producción de bienes, en importadoras. ¿Qué exigen a cambio de dicha reconvención?, anular el primer obstáculo que se presenta, a saber: el despido masivo de empleados que implica llevarlo a cabo.
Este negociado implícito –de manual– se llama reforma laboral. Esto es: en el relato se quita del centro el efecto del cambio de paradigma y su consecuente efecto en el plano del empleo para mostrar competitividad que, por añadidura, no llega nunca. ¿Por qué no llegan a vislumbrarse los efectos esperados de la reforma laboral por competitividad? Porque quedan por fuera del relato.
Aquí, como en los paradigmas de Kuhn, debe operarse una política de la verdad, citando a Foucault, sobre las anomalías, atacándolas en el entramado del relato, y pasar de allí al entramado del relato mismo, al paradigma. Porque no se puede entender el relato sino en la operatividad de su sintaxis. Este es el arduo trabajo, de suma importancia, para la batalla cultural: desentrañar el relato en su sintaxis.
Quedarnos, pues, en los efectos sin desentrañar y mostrar el entramado reduce las posibilidades de hacer caer el edificio de la narrativa. Para hacer una analogía, resulta más fácil para los defensores del relato del gobierno oficiar de albañiles para el revoque que apuntalar la debilidad de cada parte del edificio en su totalidad.
Vamos, para finalizar, a un breve ejemplo que dejaremos adrede abierto, mostrando sólo el cúmulo de conjunciones que articulan el relato.
Relato: “El Estado, gastador serial, hace que la economía genere empobrecimiento por ser responsable de la inflación debido al desequilibrio fiscal y, en calidad de interventor y actor recaudador de impuestos, lo único que logra en el plano productivo es que las empresas sean menos competitivas, pues torna irrelevante la ganancia, que iría a parar en manos del mismo Estado criminal para este emplearlo en gastos superfluos o incentivo a la casta. Esto, como sabemos, tiene como correlato que no valga la pena invertir para competir en Argentina; liberar, pues, el mercado en pos de la libre competencia es lo que urge hacer para restablecer el orden de las cosas, por ello es preciso a la vez reformas de carácter tributario y laboral, pues sin esta última, el empresario debe hacer frente a la vez al factor impositivo y a la industria del juicio, esta última debido a la injerencia del Estado en el libre juego de oferta y demanda en el mercado laboral, determinando a la baja de la productividad y, por ende, al incentivo para la inversión y el desarrollo, como la experiencia de 70 años de peronismo pone en evidencia”.
Como en todo relato debemos analizar el contenido material en conjunto con la sintaxis, con la forma en que se vinculan los elementos. Los conectores lógicos –la conjunción “y”, los signos de puntuación (,), (;) (.), el “como sabemos”– no sólo funcionan como factores de inteligibilidad, de sentido, para vincular las diferentes elementos que aparecen en él, sino que –lo que resulta más relevante para entender el carácter performativo del relato– encadenan unos hechos con otros y ofrecen así un estado de cosas.
Los trols y portavoces pagos del gobierno pueden defender con bastante eficacia hechos aislados que manifiestan una crítica al modelo, articulándolos, ubicándolos en el lugar que deberían tener en el relato en pos de producir normalidad y aceptación, pero se quedarían absortos ante la puesta en evidencia del entramado mismo.
Doctor en filosofía.
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