La Iglesia de Goya marchó contra las drogas y llamó a un compromiso efectivo de toda la sociedad

En el marco del Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, la Iglesia Católica de Goya se expresó con claridad a través de una marcha con antorchas y una misa que reunió a fieles, sacerdotes y representantes de la comunidad educativa. La convocatoria fue impulsada por la Pastoral de Adicciones del departamento, como parte de una iniciativa diocesana más amplia que se replicó en distintas localidades de la jurisdicción eclesial.

La actividad tuvo lugar en una jornada simbólica de concientización y testimonio público. Bajo el lema de la esperanza y la contención, la comunidad cristiana marchó unida para visibilizar el flagelo de las adicciones y exigir una acción decidida del Estado en la lucha contra el narcotráfico y el narcomenudeo.

La marcha concluyó en la parroquia La Rotonda, donde se celebró la Eucaristía presidida por el padre Boris Escobar, acompañado por los párrocos Ariel Giménez (Catedral), Juan Ramón Lezcano (San José Obrero) y el seminarista Josué Cañete. En ese contexto, se hizo entrega a una funcionaria municipal del mensaje oficial del Episcopado Argentino sobre la problemática de las drogas, como gesto institucional de compromiso y corresponsabilidad.

UN LLAMADO A LA LUZ EN MEDIO DE LA TINIEBLA

Durante su homilía, el padre Boris Escobar subrayó la gravedad de la situación y la necesidad de respuestas concretas. «Quisimos poner un signo de luz en medio de una gran tiniebla. Las personas que sufren a causa del consumo de drogas necesitan contención, cercanía y esperanza», expresó el sacerdote redentorista. Y agregó: «Esto no se resuelve con acciones aisladas: necesitamos una pastoral constante, una comunicación eficaz, una red de prevención en cada familia y en cada comunidad».

Escobar señaló también la existencia de la Fazenda de la Esperanza en Santa Lucía, destinada a la rehabilitación de mujeres, pero advirtió que «no alcanza con lo que tenemos» y que se requiere ampliar los recursos pastorales y estatales para atender la dimensión social, espiritual y médica de la drogadependencia.

En un mensaje directo, pidió que todos los actores sociales —especialmente el Estado— asuman su responsabilidad sin ambigüedades: «Las organizaciones no pueden dar un paso al costado. No se trata solo de acompañar, sino de combatir con decisión el narcotráfico y el narcomenudeo. No podemos cerrar los ojos ante esta realidad».

COMPROMISO ECLESIAL Y TESTIMONIO COLECTIVO

La presencia de jóvenes de colegios como el Instituto San Martín, que aportaron desde lo didáctico con mensajes de prevención y sensibilización, reflejó también el papel fundamental de las instituciones educativas en la toma de conciencia sobre los daños profundos del consumo.

El mensaje final de la celebración fue claro: la Iglesia no sólo acompaña, también reclama. Lo hace desde su misión de anunciar la vida, cuidar a los más vulnerables y exigir a las autoridades que el derecho a una vida libre de adicciones sea una prioridad real.

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