Familiares y amigos de personas fallecidas en accidentes de tránsito, participaron el domingo de una misa en la parroquia San Roque y San Jacinto (La Rotonda), que estuvo convocada por el grupo “Estrellas Amarillas” cuya referente es Viviana Canaparro. La celebración litúrgica presidió el padre Alfredo Reyna, sacerdote misionero redentorista, que acompaña a la Pastoral de la Escucha en la Diócesis de Goya y a las familias en duelo.
El sacerdote predicó primeramente destacando el sentido de la Estrella Amarilla, que cada familiar tenían en sus manos, señalando: “cada uno de nosotros tiene una estrellita en la mano”, que sirve como “símbolo de aquello que hemos vivido a lo largo de un año” que fue pintar una estrella amarilla en el lugar donde “partió un ser querido” y representa “el significado que tiene para cada uno, la experiencia de la fe” porque justamente “nuestra fe tiene en claro que la vida en este mundo no se termina, que la vida con la muerte no es el final” sino que es un nuevo “comienzo” para aquel que transita “aquel paso de la muerte a la vida”.
Recordó más adelante que “las estrellas desde hace mucho tiempo, desde que el ser humano supo descubrir justamente el cielo y la tierra, fueron una guía para nosotros” por eso remarco que cada Estrella Amarilla, sigue siendo una “guía”.“Los seres queridos, como una estrella desde el cielo sigue guiándonos, en este camino y en este viaje aquí en la tierra de cada uno de nosotros”, remarcó el padre Alfredo Reyna.Invitó luego a colocar sobre la mesa del altar una estrella amarilla, con el nombre de la persona fallecida, porque, “representa a cada persona que sigue siendo para nosotros guía, siguen recordándonos que siempre están presentes” y, esa es una de las razones por la cual también pintan en las calles, para “tenerlos presentes” porque en esa estrella, “el nombre de esas personas sigue presente: Es símbolo de lo que está presente en nuestro corazón, allí están grabado a fuego el nombre de aquellas personas que amamos”.
“Hoy una vez más queremos reafirmar nuestra fe y confianza en que aquella experiencia dolorosa de la partida de nuestros seres queridos, esa experiencia dolorosa que quizás nos haya partido en dos” y esa experiencia de “cuando uno pierde a alguien es muy similar a esa experiencia a cuando uno pierde una parte de su cuerpo, por que eso, es lo que experimentamos” reflexiono.Ánimo a los presentes a reafirmar la fe en Dios, para que “se transforme el dolor en fe y esperanza''. Que nos haga de tomar conciencia de que más allá del dolor que experimentamos, con la muerte de un ser querido o esa persona que amamos ha nacido una estrella en el corazón”.
Por la fe los cristianos ”creemos y confiamos algún día también ser nosotros una estrella en el cielo, luz en el firmamento, unirnos al resplandor de tantas estrellas, que son la vida de nuestros seres queridos y, así volver a encontrarnos”. “Aquí hay algo que nos une, es la experiencia del dolor” y “cuando se comparte y de alguna manera se mezcla, uno puede sentir que tiene un hombro donde llorar, una experiencia de dolor vivida también por otra persona que ha experimentado lo mismo, uno siente que duele menos” subrayó. “Caminemos con esperanzas, sabiendo que hay un grupo de personas que nos puede apoyar para seguir luchando y seguir caminando” animo el sacerdote.
“Que cada estrella que nos está guiando, nuestra estrella, la de la persona que amamos, quiere guiarnos hacia la felicidad y hacia la plenitud, por eso, no volvamos atrás porque justamente esa estrella nos ilumina para nuestra felicidad” concluyó el presbítero Alfredo Reyna, al tiempo que se ofreció a “acompañarlos” desde su ministerio, donde “encontraran un oído que los escuche y acompañe”, junto al equipo de la Pastoral de la Escucha de la Diócesis de Goya.