El empresario Hermann Karsten ratificó sus explosivas declaraciones sobre la realidad de los aserraderos en Santa Rosa, describiéndolos como negocios precarios que operan en alta informalidad. En una entrevista radial, explicó que de casi 50 aserraderos, menos de 10 están en regla, una situación que, según él, se replica en otras economías regionales del país.
Karsten detalló que muchos de estos emprendimientos nacieron de manera casi casual, sin una base formativa sólida, y se estancaron en el tiempo. Criticó la falta de visión a largo plazo, señalando que, al obtener ganancias, los dueños priorizan el consumo, como cambiar la camioneta, sobre invertir en maquinaria o profesionalizar su negocio.
El empresario llamó a un replanteo profundo de la actividad con participación del Estado para visualizar soluciones a 10 o 15 años. Su valentía al hablar sobre un tema del que "todo el mundo calla, todo el mundo otorga" genera un debate necesario sobre la informalidad y la competitividad en un contexto económico cambiante.