Julia “Mami” Díaz, la autoproclamada líder del peronismo en Goya, no ha sabido aceptar la derrota abrumadora que le impuso Marcos Bassi, candidato a presidente por la Lista 2. En lugar de reconocer el legítimo triunfo de la unidad que representa Bassi, Díaz ha recurrido a sus malas mañas de siempre, buscando ensuciar la figura de su adversario y, con ello, empañar un proceso electoral que debería haberse desarrollado dentro de los márgenes de la democracia y el respeto mutuo.
A lo largo de su entrevista en el programa La Otra Campana de Radio LT7 Corrientes, Díaz intentó justificar su derrota utilizando un discurso lleno de descalificaciones y acusaciones sin sustento. Señaló que “en todas las escuelas se vio algunas falencias” y que la presencia de dos boletas de la lista número 2 en los cuartos oscuros fue un factor que la dejó “con un gusto amargo”. Este es el mismo intento recurrente de Díaz por victimizarse cuando la realidad es que, a pesar de las condiciones, la Lista 2 de Marcos Bassi logró un triunfo legítimo y arrollador. Si realmente tuviera el “juego limpio” que tanto pregona, habría aceptado la victoria con la misma grandeza de la que tanto habla, en lugar de apelar a maniobras que deshonran su figura.
Lo que realmente molesta a Díaz no es la “ilegalidad” que denuncia, sino el hecho de que los votantes hayan demostrado, una vez más, que su propuesta no logra captar el apoyo de los sectores mayoritarios del justicialismo de Goya. En lugar de abrazar los valores de unidad y compromiso por la reconstrucción del peronismo, como ha hecho Marcos Bassi con su propuesta inclusiva y amplia, Díaz ha optado por alinear su candidatura con los intereses de un pequeño sector resentido, que no hace más que alimentar egos personales, como el del veterinario Montti, que busca la reelección de su concejalía.
Además, el hecho de que Díaz critique las condiciones internas de la elección y hable de “irregularidades” mientras en silencio ha sido testigo de las maniobras políticas de su padrino, Rodolfo Martínez Llano, muestra el doble discurso con el que opera. Martínez Llano, con su estilo de liderazgo autoritario y sus vínculos con el poder económico y mediático, ha sido responsable de numerosas fracturas dentro del peronismo correntino, algo que Díaz no ha dudado en aprovechar para tejer su red de poder personalista. En lugar de aportar a la unidad del partido, ella prefiere jugar al desgaste y al caos, algo que no hace más que dividir al justicialismo en Corrientes.
La declaración de Díaz sobre su “grandeza” al no impugnar la otra lista es, además, un claro intento de lavar su imagen después de un proceso electoral que no le fue favorable. En lugar de reconocer que la elección de Bassi fue el resultado de un proceso legítimo y participativo, se refugia en una actitud de resentimiento y manipulaciones con el único fin de desprestigiar a su adversario. No es casualidad que haya hablado de “malas experiencias” con fiscales y de “soberbia” y “patoterismo” cuando la verdadera falta de respeto ha sido la suya, al no aceptar un resultado electoral que no le favoreció.
Es lamentable ver cómo una dirigente que en su momento fue considerada una opción dentro del peronismo de Goya, artífice de su propio final, se ha convertido en una pieza más del ajedrez de Martínez Llano, un político que ha demostrado tener una visión del partido muy alejada de la democracia interna y la apertura. La conformación de su lista, repleta de intereses personales y egoísmos, se ha convertido en el mejor reflejo de la decadencia de aquellos que no saben perder con dignidad ni aceptar la voluntad popular.
El justicialismo correntino necesita dirigentes que, en lugar de aferrarse a viejas rencillas y alianzas oscuras, trabajen por la unidad, por la recuperación de los valores peronistas y por la reconstrucción del partido. Marcos Bassi ha demostrado ser esa opción: un líder que apuesta por la unidad, la renovación y el fortalecimiento del partido. En cambio, Julia Díaz sigue aferrada a un pasado de malas prácticas y egoísmo, incapaz de reconocer que el futuro del peronismo debe pasar por una renovación genuina y no por la perpetuación de los mismos viejos intereses que tanto daño han hecho al partido.
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